viernes, 2 de julio de 2010

EL NIÑO Y LA FLOR

Niño en un jardín de flores,
siente el perfume de rosas,
mas entre el aroma de todas,
siente el perfume de una.
Como en un coro de voces,
siente la miel en su boca,
aquel aroma le provoca
bellos ensueños de Luna.
Mira a la flor que le espera,
toma aquella en sus manos,
lleva la bella a su rostro,
llega a tomarla del tallo.
Ella, ansiosa, se entrega,
abre sus pétalos blancos,
seducida por quien juega
a brindarle mil halagos.
Niño prendado de rosa,
extraño romance sagrado,
Niño que ama el aroma,
ese que es de su agrado.
Pone la flor en su boca,
bendice la flor con su beso.
Ella disfruta el aliento
del niño que amando la toma.
Aquel dulce aliento es fecundo,
llena a las flores de frutos.
Aliento de niño inocente,
es néctar divino que enciende
los pétalos, bellos cual noche,
de toda la flor que se goce
de ser adorada, cual diosa,
por ser perfumada y hermosa.
Cuando por fin amanece
la flor, entregada, fallece,
mas ella no siente despecho,
pues vive su aroma en un pecho.

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