viernes, 2 de julio de 2010

LLUVIA EN TU PIEL

Quisiera ser lluvia, la lluvia de Zeus,
caer en praderas, amando el terreno,
llenándolo todo de fertilidad
mostrando en mis truenos la divinidad.
La lluvia es tan fértil que hace parir
a tierras sedientas la flor y el anís.
Quisiera caer a la tierra cual lluvia
besando a la vida al hacerla fecunda.
Si al menos un día un milagro pasara
y en una tormenta mi voz se tornara
caerían mis gotas en ti, mi adorada
y yo volvería tu cuerpo una trama
de flores campestres y lagos sin fin
tu vientre se haría un ardiente festín.
Mis rayos pondrían mi fuego en tu cuerpo,
quemando tu piel en un sacro festejo.
Tu boca más nunca vería sequía
pues ríos de gozo en ella pondría.
Mil hojas silvestres tu piel cubrirían
en selvas de risas tu voz buscaría
y al verte fecunda cual grata hamadría,
posesa por bosques, la gracia más pía,
tocara tu cuerpo con brisas sagradas
llevándote al cielo del goce en mis alas.
Entonces cantaras cual lira extasiada,
al tiempo que toco tus cuerdas aladas,
haciendo vibrar ese cuerpo de hada.
Te haría sentir como ninfa raptada
cual cierva salvaje por sierpe picada,
sabiendo que pierdes tu vida al amarme
con tal de volver a nacer en mi alma,
dispuesta a dejar a mis llamas quemarte.
Enrédate toda en mi carne y piel,
mi hiedra divina que hueles a miel,
y muestra tu flor más hermosa y brillante
regálame frutos de amores vibrantes.

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